¿Qué es la literatura?
Hace mucho tiempo (tal vez desde mi infancia) la pregunta
‘¿qué es literatura?’ causaba una impresión total para mí. Es decir, los textos
que se presentaban por parte de la reconocida SEP eran literatura para mí. Los
que llevaran como título ‘Español’ u otro nombre relacionado, eran los libros que
se distinguían del resto. Ya en secundaria dichos libros dejaron de
proporcionarse a los alumnos y ahora tenía en mis manos los que la profesora
consideraba adecuados para los contenidos y objetivos de la materia. En
preparatoria sucedió algo similar a excepción de que en esta etapa las obras a
leer se encontraban completas (no fragmentos) y existía una mayor diversidad
(teatro, poesía, cuento y la ya tradicional novela).
A manera de recuento hago este breve ejercicio que me
permite rescatar y reconocer cómo a lo largo del tiempo las instituciones
siguen dictaminando qué se proporciona, pero, más allá de eso, qué es
literatura y qué no. Este es uno de los asuntos sobre los cuales reflexiona
Terry Eagleton en la introducción a su libro Una introducción a la teoría literaria. Él dice que este fenómeno
mantiene una estrecha relación de acuerdo a la sociedad que pertenecemos y
conformamos. Dicho en otras palabras y tal vez de una manera más drástica,
nosotros hacemos la literatura; esto en el sentido de otorgar la categoría de
literario de acuerdo a la literariedad que veamos en el texto.
Más adelante regresaré al concepto de ‘literariedad’ que
surge precisamente por la determinación de qué es la literatura, lo literario.
Por el momento quisiera continuar con lo mencionado por Eagleton acerca de cómo
otorgamos el estigma de literatura-literario.
Se habla de una dicotomía o relación entre partes que
finalmente constituyen una característica o enfoque de la literatura y es la
siguiente: lo que las personas hacen con lo escrito y lo que éste hace con las
personas. La literatura cuenta con la característica de poder ser manipulada y
a la vez manipular. Ya sea por su encasillamiento en las humanidades (otro de
esos ‘acuerdos comunes’ a los que se llega) o por su pertenencia al arte, lo
cierto es que es un parte aguas en la sociedad.
En la primera relación (lo que hacemos con lo escrito) se
dan los problemas más comunes en torno a ella que ya se han mencionado. Lo
importante aquí es reflexionar y señalar qué debe tener alguien para emitir
juicios de valor en un texto y cuáles son las características que hacen al
texto ‘literario’. Sobre esto último se apunta que la literatura posee un
lenguaje diferente a todo texto, es decir, su construcción se encuentra más
allá de un nivel común o promedio del lenguaje. Es cierto que este es uno de
los aspectos diferenciadores de la literatura (sobre todo en poesía) pero ¿qué
sucede en textos como las leyes constitucionales, los derechos humanos y demás
escritos ubicados bajo la misma línea? También emplean un lenguaje
especializado, amplían de cierta forma el vocabulario, su sintaxis no es la de
un ‘discurso estándar’, pero no se les considera literatura.
En mi opinión, y tal vez ahí radique la diferencia, esos
textos cumplen una función determinante en la sociedad mientras que la
literatura se convierte en un hecho mucho más individual y menos determinante
(lo que el escrito hace con nosotros). Por supuesto que han surgido autores
totales como Proust, Kafka, Joyce, García Márquez (en América Latina), etcétera, que abarcan y
gustan a todo un país e incluso se internacionalizan. De ahí que se conciban
como clásicos: porque ese escrito causó un gran impacto en nosotros y lo
llevamos al pedestal sin previo acuerdo;
todo gracias a que el texto no sólo penetró en las conciencias sino que
despertó sensaciones diferentes. Es aquí donde retomo el concepto de
‘literariedad’ para tratar de descifrar aún más la segunda relación: lo que el
escrito hace con nosotros.
De acuerdo con Roman Jakobson, la ‘literariedad’ es la que
rescata las particularidades de lo literario para establecer diferencias ante
los otros discursos. Una de ellas ya se ha mencionado (la ‘violencia’ en el
lenguaje) pero Jakobson al hablar de las funciones comunicativas en Lingüística y poética menciona la
‘función poética’ cuya importancia en el discurso será considerable. De manera
general, ésta consiste en otorgarle al discurso un sentido de equivalencia al
sentido de construcción y combinación del mensaje. Así, esta función se
encuentra ligada a un plano más lingüístico que literario (aunque el resultado
fusione los dos).
Con lo anterior podría reflexionarse y analizarse el ejemplo
que Eagleton brinda acerca del anuncio de las escaleras eléctricas y los
perros. Sobre todo porque muchos de esos mensajes hacen uso de la función
poética para otorgar una doble significación. Esta función combina y hace uso
de tres planos muy importantes en el lenguaje: fónico, sintáctico y semántico.
De ahí que esos mensajes y discursos adquieran una relevancia considerable.
Al tener en cuenta la dicotomía descrita más arriba y lo que
significa la función poética en el discurso, es momento de hacer conclusiones
lo más pertinentes posibles.
Finalmente la teoría literaria se encarga de estudiar el
comportamiento del lenguaje en un texto literario (es por ello que mantiene
relación con la lingüística) que echará mano de otras disciplinas como la
sociología de la literatura o la sociocrítica*. Esta última nos dice que todas
las sociedades emiten discursos que los escritores pueden tomar como tema
central en sus creaciones. De esta manera, cabe preguntarse qué discursos son
los que son literarios y cuáles no. Este, me parece, es el problema actual que
enfrenta la literatura: la emisión de discursos en masa de acuerdo a lo ocurre
en cada sociedad.
Es, también, un problema de ideología (como la
explica Eagleton) ya que ‘los propios juicios de valor se relacionan con las
ideologías sociales’. Porque no hay una esencia o sentido total que nos diga
qué es literatura más que nosotros mismos como sociedad y lo que esto conlleva.
Sin embargo, el arte tiene mucha permanencia pero también cambios.
*http://www.youtube.com/watch?v=QIOY5uyARJo
Revisado.
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