domingo, 9 de febrero de 2014

Aproximación cultural


Adorno, Horkheimer, Arendt
Los estudios acerca de la ‘cultura popular’ se sitúan, actualmente, en el centro de los intereses críticos y teóricos cuando antes se le veían desde los márgenes; esto de acuerdo a lo que explica María Luengo en su texto sobre los estudios culturales. Acerca de la cultura de masas, la autora menciona que los críticos Adorno y Horkheimer han sido los que formularon la tesis más influyente sobre ésta: “Desde entonces la sociología desarrolló una actitud ambivalente hacia lo popular”. De esta manera la sociología se convirtió en una herramienta que toma en cuenta el estudio de masas o a éstas más allá de la cultura. Al respecto, Luengo menciona que “La cultura popular ha pasado de ocupar un puesto marginal en la vida académica a ser foco de interés no ya sociológico, sino interdisciplinario. El análisis de la cultura ha supuesto una ruptura con parámetros meramente empíricos, pues no se trata de analizar sólo los aspecto fácticos, sino los significados” (103).
Los estudios culturales otorgaron una revalorización a la cultura de masas y con esto se ha visto a la sociedad y a la política con nuevos ojos ya que éstas también intervienen en dichos estudios. Estas consideraciones traen consigo una institucionalización de estos estudios para así vislumbrar las primeras teorías sobre la cultura popular.  Sin embargo, cada una resolverá de manera distinta la cuestión de la cultura inserta en la sociedad moderna y la autonomía que pudiera presentar. Un ejemplo de ello es lo que mencionan Adorno y Horkheimer sobre lo que ha logrado la cultura de masas al imprimir la degradación del arte en el mercado, y como ésta nos permite hablar de una sociedad capitalista alterada por un determinado consumo de la cultura o cultural.
Esta aproximación a la cultura nos permite hablar del ‘divertimento’  (término empleado por Adorno y Horkheimer) como desestabilizador del arte. Es decir, las nuevas formas de placer estético traen consigo la función o elemento de ‘divertimento’ que será recibida y consumida como cualquier bien comestible o, mejor dicho, como si se tratase de un arte fácil y artificial. Un ejemplo de lo anterior podría ser el paso de la literatura al cine donde la máxima preocupación y características actuales que rigen a esta última forma de arte es el ‘divertimento’ o ‘fetiche’. Sobre este último, de acuerdo a Adorno y Horkheimer, se dice que funciona de la siguiente manera: “el lenguaje visual revestía de realismo el contenido ideológico del producto y transformaba reiterativamente en fetiches los motivos de la vida cotidiana, de la que, paradójicamente, el público trataba de evadirse” (109).
Así, esta evasión del realismo en cuanto contenidos ideológicos se ve traspuesta mediante las adaptaciones cinematográficas que en su mayoría facilitan y alteran la historia que cuenta el libro y así se vuelve un bien de consumo masificado (‘producir para consumir y consumir para seguir produciendo’). Esto tiene que ver con la sociedad capitalista a la cual refieren Adorno Y Horkheimer de acuerdo a que este tipo de ‘formas culturales’ (en este caso las adaptaciones del libro a la pantalla grande) sólo atienden a la eficacia económica, a la eficiencia y la eficacia, a imponerse en los órdenes de la vida social.
Siguiendo las críticas de Adorno y Horkheimer, la partición del ámbito cultural se da en dos esferas culturales (arte y cultura de masas). Acerca de la última se dice que se ha desligado y desgastado del arte de acuerdo a los intereses de una ‘sociedad mercantilista’. Lo mismo sucede con aquellos filmes que devalúan, desvalorizan y sucumben a la obra literaria. En general toda película por más mala que sea siempre contará con cierto presupuesto y algunas técnicas que la llevarán a su conocimiento ante el público o a las carteleras. Esto sigue otorgándole el mote de cine o película pero siguiendo las líneas de los teóricos mencionados, no se puede hablar de arte y habrá de reflexionarse el por qué. Los ejemplos más comunes y en cierto grado redundantes son las películas dirigidas a un público adolescente donde predominan seres fantásticos o sobrenaturales en un mismo regido bajo las mismas condiciones.
Adorno y Horkheimer mencionan las teorías modernistas de D. MacDonald y C. Greenberg de acuerdo a lo mencionado con anterioridad. Es decir, el arte debería ser concebida al margen de la sociedad ‘como esfera separada y autónoma’, según estos últimos. Esta posición resulta un tanto extremista según Benjamin ya que él concibe a la cultura de masas como una nueva forma de arte que no se encuentra sujeta a los cánones del arte moderno pero, al mismo tiempo, es capaz de convocar a las masas. MacDonald y Greenberg creen lo contrario y sostienen la idea de que la autonomía que manifiesta el arte sobre la cultura de masas es la unicidad del original y la pureza de la obra.
Con esos dos elementos juegan las películas mencionadas con anterioridad y por ellos se pierde la autenticidad y originalidad de la obra para convertirse en una manifestación cultural que se consuma en potencia (se buscan estereotipos para representar a los personajes e historia y así anticiparse a un posible lector o desbaratar a la obra). Pero no es la cultura de masas la que ha puesto al arte en peligro sino la actitud de esta cultura, que desplaza al arte por el entretenimiento en su afán de consumo desmedido y al ser heredera de una sociedad moderna (esto siguiendo la ideas de Arendt). Ella compartía las reflexiones de Adorno y Horkheimer en cuanto a la distinción entre cultura y entretenimiento (‘divertimento’) para el establecimiento de jerarquías entre ellas. A diferencia de ellos, creía que los ‘objetos de cultura’ (arte) se distinguían por su excelencia y, también, por su consumo inmediato.
Pero dicho consumo es especial en este tipo de ‘objetos culturales’ ya que atraviesa las barreras temporales porque sí se consume pero no se gasta o expide a diferencia de los objetos pertenecientes a la cultura de masas. Esto sucede también en la mayoría de los filmes que han mantenido un paso firme a través del tiempo por su construcción y características. Algunas películas siguen siendo objeto de análisis a través de miles y miles de reproducciones a tal grado de encasillarse en el llamado ‘cine de arte’ o ‘de culto’. Empero, esto nos lleva a la problemática del consumo, según Arendt, que trae consigo los objetos pertenecientes a la cultura de masa. Es por ello que su reflexión es que no existe un ‘objeto cultural por excelencia’ sino una aproximación o, en determinados caos, una degradación del mismo.

Como conclusiones, Arendt creyó que el máximo error en Adorno y Horkheimer consistió en llamar ‘cultura’ al entretenimiento por una cuestión de economía que se reduce a lo material. Así, muestra que la teoría de estos críticos no es la última ni la más determinante pero sí la que comenzó a establecer pautas en torno a estas manifestaciones culturales y las etiquetas de bueno o malo que traen consigo.

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